Sugerencias folclóricas en Gaetano Carlo Chelli

Laura Bonfigli * – Alberto Borghini *

El relato de Gaetano Carlo Chelli sobre el caso del abogado Aristide Pagani presenta una variante del tipo narrativo Aarne Thompson 365, conocido como la historia/balada de Leonora. Este tipo de narración se centra en el motivo del matrimonio ultraterreno, es decir, en la promesa solemne entre el joven prometido y su amada de permanecer unidos por la eternidad, incluso después de la muerte. El tema central es más o menos el siguiente: la novia a menudo escapa del llamado funerario de su amado, en algunos casos vistiendo un vestido de papel, una especie de sustituto del vestido de novia, que el prometido rasga cuando intenta llevarla consigo a la oscuridad. La joven reacciona y se libera de este abrazo mortal, a veces arrojando un gato negro a la tumba donde el amado intentaría arrastrarla. El relato de G. C. Chelli, orientado hacia el mencionado tipo narrativo A T 365, presenta una interesante permutación, en la que las posiciones del hombre y la mujer están diametralmente invertidas, según un juego de correspondencias ‘inversas’ que Borghini ya ha identificado en un relato de Biella y que define como intertextualidad análoga: en este caso, es la novia la que reaparece para llevarse al prometido infiel al reino de las sombras.

En el relato de G. C. Chelli, el protagonista, el abogado Aristide Pagani, al recordar su historia de amor con Lucy, una joven rica estadounidense que vino de Boston a Italia, específicamente a Pisa, para tratar la tuberculosis de la que sufre, declara expresamente a su interlocutor y albacea que desde el primer encuentro sufrió “la ley de la afinidad de los espíritus, la arcana predestinación que los acerca, los une, los ata juntos por la eternidad”4. Y aún más, después de que los dos jóvenes se declaran su amor mutuo, buscan un lugar discreto, una especie de retiro donde, como se lee en el texto, “vivimos ebrios durante dos meses, de donde mi espíritu partirá para unirse al suyo en el infinito del espacio y el tiempo, y donde ella regresó después de muerta y se convirtió en mi única, mi amada, mi compañía sobrenatural”.

Ante la inesperada noticia de la muerte de Lucy, llamada de vuelta a Estados Unidos por asuntos familiares, el abogado Aristide Pagani, después de tener una visión del fantasma de la joven, que le revela que fue envenenada con la complicidad de sus parientes, no duda en denunciarlos, pero es considerado loco, es recluido en un manicomio de Boston y enviado de regreso a Italia. Como declara expresamente a su interlocutor, habría enloquecido de verdad “sin el amor ultraterreno que me sostuvo, que me consoló, que me hizo vivir por encima de las persecuciones humanas…”.

Además, entre Aristide y la joven hubo una promesa solemne y lo interesante, para nuestros fines de análisis de una permutación con respecto al tipo narrativo A T 365, es que Lucy compromete al prometido en un pacto indisoluble por el cual “el primero de nosotros en morir seguiría visitando al sobreviviente”. Después de la muerte de Lucy, lo que queda para Aristide Pagani es un retrato animado de la pálida joven, cuya “pálida cabeza – parece – se inclina en un afectuoso saludo, sus labios sonríen”.

El retrato cobra vida incluso durante la conversación entre Aristide y su interlocutor; de hecho, de repente, este último parece ver un “etéreo espectro de mujer junto a Aristide, inclinándose sobre él, rozándole la frente con los labios, fusionándose y desapareciendo”.

Unos minutos después de la muerte de Aristide Pagani, entra por la ventana, dejada abierta para ventilar, un viento muy fuerte que, al levantar la cortina, la engancha con un borde en el marco del cuadro que retrata a Lucy. Al mismo tiempo, el otro borde voltea la lámpara: estalla un incendio y las llamas altas destruyen la pintura. Así se cumple la voluntad de Aristide Pagani, quien a su albacea le había pedido que destruyera todas las cosas contenidas en su habitación, una especie de “museo de su amor muerto”, pero en particular el retrato de Lucy “para que nadie pueda verla después de que mis ojos ya no puedan verla más”.

Una permutación con respecto al tipo narrativo A T 365 también es reconocible en otro relato de Gaetano Carlo Chelli, “Anna di Monteverde”. La reencarnación de una mujer fallecida hace quince años permite el inicio de un verdadero “idilio fúnebre”, que alcanza momentos de intensa y macabra carga erótica. La historia comienza cuando el protagonista regresa al castillo de Monteverde, donde había ido quince años atrás para profundizar en estudios e investigaciones históricas. Sin embargo, de repente, había abandonado esta hermosa mansión para no traicionar la confianza de su anfitrión y no ceder a la pasión por su esposa, la hermosa Anna di Monteverde. A pesar de que ha pasado tanto tiempo, el protagonista se da cuenta de inmediato de que pasado y presente vuelven a conectarse cuando cree ver de nuevo a la difunta Anna, en la hermosa y joven danesa Olga, temporalmente alojada en el castillo. La intensidad de este encuentro es tal que inmediatamente se da cuenta de que está “comprometido con una difunta. ¡Dios mío, sí! Comprometido para la vida material presente y para la eternidad ultraterrena. Ella está cerca de mí, mi amiga funeraria; no me abandonará más, me espera, es mía y la tendré presente sonriéndome cuando mi mano cansada deje la pluma que traza el relato informe de un drama que no será creído cuando mi espíritu agotado desee el alivio de una visión blanca y radiante…”.

Lo bastante inquietante es que con la “blanca y fantástica” danesa Olga, la reencarnación de Anna, hay una intensa escena de amor, “bajo mi abrazo, sus jóvenes miembros temblaban, los besos de sus labios fríos de voluptuosidad me quemaban como una locura de amor…”. Regresar del más allá para ligar al ser querido en un “idilio fúnebre” es, por lo tanto, la mujer, y esto nos coloca, precisamente, ante una interesante permutación del tipo narrativo en cuestión, porque las posiciones del hombre y la mujer resultan diametral o, si se prefiere, sintagmáticamente, intercambiadas en relación con el modelo base, en un juego de correspondencias que hemos llamado ‘inversas’. El protagonista, además, a pesar de negar que Olga sea el fantasma de una difunta, siente claramente en sus besos y abrazos “el frío de la tumba”, que ni siquiera el ardor de su sangre logra disimular, y percibe “en la profunda luz de sus miradas el misterioso abismo más allá de la vida… Ella conoce los secretos de los espíritus y me permite entreverlos y me da como la iniciación, esperando que mi ser se despoje del envoltorio mortal para seguirla en los lugares donde los espíritus vagan transportados para cumplir el destino de sus peregrinaciones…”. Incluso cuando Olga declara que no es Anna, sino que ha ocupado su lugar debido a los celos, el protagonista no cree en absoluto esta versión; al contrario, no solo piensa que ella es “una larva que desperté de la tumba”, sino que incluso la fuerza de la pasión humana parece haberse rebelado contra la ley misteriosa que en su momento la quitó a los vivos. Con esta convicción, se siente cada vez más cerca de la tumba, atrayéndola hacia sí, con un placer irresistible, está su difunta amiga.

En resumen, más allá de las posibles influencias literarias, parece que en la base de los dos relatos del autor masasense se vislumbra una cierta línea “elemental” capaz de llevarnos, como hemos destacado, al tipo narrativo folclórico Aarne Thompson 365.

Laura Bonfigli – Alberto Borghini

  • Laura Bonfigli, nacida en Massa (1950). Licenciada en Letras Clásicas por la Universidad de Pisa. Enseñó en escuelas secundarias científicas de Carrara y Massa. Es miembro correspondiente de la Deputación de Historia Patria para las Antiguas Provincias Modenesas. Es miembro de la Academia Dei Rinnovati de Massa. Formó parte del jurado del Premio Nacional “Alpi Apuane” y es miembro del grupo “Scritture femminili Memorie di donne”. Tiene numerosas publicaciones en su haber, incluyendo intervenciones críticas, ensayos, prólogos e introducciones.
  • Alberto Borghini (Massa, 30 de enero de 1950) es un filólogo clásico, semiólogo y antropólogo italiano. Se graduó en Letras Clásicas en la Universidad de Pisa, donde se formó como filólogo clásico y luego como lingüista teórico, asistiendo a cursos en París con André Martinet, Roland Barthes y Claude Lévi-Strauss. Se especializó en Lingüística Teórica con Luigi Heilmann y Edoardo Vineis. Fue investigador en el Instituto de Filología Clásica de la Universidad de Pisa; luego enseñó Antropología Cultural en el Politécnico de Turín y Semiótica nuevamente en la Universidad de Pisa. Realizó períodos de estudio e investigación en Austria, Francia (nuevamente en París), Alemania (en Gotinga y Münster) y Estados Unidos, donde fue profesor visitante en la Universidad de Columbia. Es director del Museo Italiano del Imaginario Folklórico.
  • En “Romanzi e racconti”, volumen 2, editado por Laura Oliva, Bulzoni Editore, páginas 1277 y siguientes. Cfr. Alberto Borghini “Reperimenti del tipo narrativo A T 365; e un’ipotesi circa una variante molisana”, en “Bollettino dell’Atlante Linguistico Italiano”, III, 33, 2009. En una versión carnicada de este tipo narrativo, el novio, después de muerto, exige, como prenda de amor, no solo el anillo de oro que dio a su prometida, sino también el dedo que lo llevaba. V. Majoli-Faccio, “L’incantesimo… etc., Il militare ed il fantasma”, páginas 253 y siguientes. Cfr. A. Borghini, “Reperimenti…”, citado. Chelli, “op. cit.”, página 1279. Chelli, “op. cit.”, página 1281; énfasis nuestro. Chelli, “op. cit.”, página 1285; énfasis nuestro. Chelli, “op. cit.”, página 1284; énfasis nuestro. Chelli, “op. cit.”, página 1278. Chelli, “op. cit.”, página 1282. Chelli, “op. cit.”, página 1284. Chelli, “op. cit.”, página 1284. Chelli, “op. cit.”, página 1347. Podría tratarse de una sugerencia manzoniana: cfr. “Il cinque maggio”, verso 72; pero no solo. Chelli, “op. cit.”, página 1341; énfasis nuestro. Chelli, “op. cit.”, página 1347. Chelli, “op. cit.”, página 1347. Chelli, “op. cit.”, página 1347; énfasis nuestro. Chelli, “op. cit.”, página 1347; énfasis nuestro. Chelli, “op. cit.”, página 1347; énfasis nuestro. Chelli, “op. cit.”, página 1348.
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