El vínculo entre la sangre y la serpiente y las raíces tebanas: nota de mitología griega

Alberto Borghini *

Es ampliamente conocida la historia de los orígenes tebanos; sin embargo, aquí ofreceremos un resumen breve y esquemático para destacar ese ‘sistema de elementos’ que pretendemos hacer emerger (como unidad paradigmática y coordinadora del discurso mítico) del flujo sintagmático de la narración y del a menudo complejo juego de variantes.

Partiendo en busca de su hermana Europa y llegando a lo que sería Beocia, Cadmo se dispone a fundar una ciudad en el lugar donde una vaca que nunca había conocido el yugo se detiene (1) y que en ambos flancos llevaba la marca de la luna llena (2). Fue precisamente este animal el que le sirvió de guía; por lo tanto, la tierra de la nueva fundación se llamaría Beocia. Desde un punto de vista general, este esquema o trazo esquemático de la fundación es bastante común y conocido.

Mientras se preparaba para sacrificar al animal guía en ese lugar, el héroe fenicio envía a algunos de sus sirvientes a buscar agua de una fuente cercana, que era sagrada para el dios Ares (3). Pero una monstruosa serpiente, guardiana de la fuente, se manifiesta de repente desde las profundidades de la cueva junto a la fuente y mata a los hombres de Cadmo. Destacamos desde ahora que el temible reptil era, por su parte, hijo del mismo dios de la guerra (4). Cadmo, al ver que sus hombres no regresaban, salió en su búsqueda; adentrándose en el espeso bosque, se encontró con la visión de la enorme serpiente que lamía con su lengua las heridas sangrantes de los hombres muertos mientras se alimentaba de su sangre (Ov. Met. III, 55-58) (5).

Tras entablar una terrible lucha, el héroe, hijo de Agenor y protegido por la piel de león que llevaba puesta, logró derribar al monstruoso reptil; luego, siguiendo el consejo de Atenea, sembró los dientes del dragón. De la tierra surgieron entonces una multitud de hombres armados que, golpeados por Cadmo con piedras, se mataron en una guerra fratricida (6), hasta que solo quedaron cinco: fueron los progenitores de las familias tebanas. Como es fácil de entender, en esta lucha primordial ya se prefiguran (por ejemplo) la futura guerra civil y el derramamiento de sangre entre los hermanos, hijos de Edipo, que disputarán el reino tebano, Eteocles y Polinices. Además, también la lucha inconsciente de Edipo con su padre Layo y la subsiguiente muerte de este último de alguna manera pueden encajar en el cuadro que se está delineando.

Por otro lado, si el padre de la serpiente que Cadmo mató era el dios Ares, la madre era una de las Erinias, Tifosa (7): y las Erinias, vengadoras por excelencia de los crímenes de sangre en el ámbito del genos (principalmente crímenes contra los padres) (8), serían a su vez hijas de Gea, fecundada por las gotas de sangre de su esposo Urano, que cayeron a la tierra en el momento de su castración. Decimos entre paréntesis que desde esta perspectiva, el nacimiento de las Erinias se configura como metonímico y al mismo tiempo opuesto a una relación de tipo sexual (y a un nacimiento sexual o incluso marcadamente sexual).

Por lo tanto, nacidas a través de la Tierra del sangre de una herida (una herida sexual infligida por el hijo al padre), y por otras vías relacionadas con la sangre (9), las Erinias presentan en su morfología rasgos serpenteantes: sus cabelleras están formadas por serpientes que ocupan el lugar de cabello, y a veces utilizan serpientes como látigo o incluso como arma (10).

Independientemente de todo lo demás, se debe resaltar el constante y repetido vínculo que la serpiente de la fuente de Ares parece mantener con el ámbito de la guerra y de la ‘sangre derramada’ (por así decirlo): en particular, la sangre fraterna (los Espartos que se matan entre sí) y la sangre del padre (las Erinias que nacen de la sangre del padre castrado; Edipo que mata a su padre). Ares, Tifosa (Erinias), serpiente, Espartos y finalmente descendientes tebanos: el tema que podríamos llamar del ‘sangre de heridas o matanzas’ parece constituir uno de los rasgos de definición estructural capaz de recomponer semióticamente la línea diacrónica-narrativa en sí (una diacronía que naturalmente tiene un valor sui generis, siendo un mito). Y el significante simbólico en torno al cual estos ‘contenidos’ (o estructuras de significado) se condensan y se transforman una vez más es, una vez más, el ‘serpiente’.

El sistema de conexiones relacionales que hemos intentado destacar a lo largo de la saga tebana encuentra una interesante y singular confirmación si recurrimos a una tradición como la siguiente, atribuida a Teofrasto y de la cual nos da testimonio la Biblioteca de Focio (528 a):

“Que hay dos causas de la generación de las serpientes: o bien el aire húmedo o las guerras y las efusiones de sangre, que parecen ser también la causa de la generación de otras bestias. De ahí que en algún momento hubiera una gran cantidad de serpientes alrededor de Tesalia” (11).

Así que una de las causas específicas de la generación de las serpientes estaría relacionada con las guerras y las efusiones de sangre (lo que parece estar en la raíz de la generación de otras bestias); de todos modos, según esta tradición, en un momento dado, Tesalia estaba llena de serpientes (11).

El relato mítico de la fundación de Tebas, por un lado, y la tradición recién mencionada sobre la generación de las serpientes, por otro lado, involucran elementos y conexiones similares, aunque a nivel de las realizaciones discursivas superficiales, estos elementos y conexiones resultan estar distribuidos y relacionados de manera diferente en algunos aspectos. Si en el ámbito del relato mítico de los orígenes tebanos, son los dientes del dragón los que dan origen a hombres armados que se matan entre sí, causando el derramamiento de sangre (especialmente fraterna), en la tradición transmitida por Focio, en cambio, son las matanzas y la sangre las que dan origen a las serpientes (12). Lo que yo llamaría un ‘proceso de derivación discursiva’ (realizaciones superficiales) que se da entre los dos elementos (efusiones de sangre y serpientes) aparecerá, por lo tanto, en cada uno de los dos casos como diametralmente opuesto al otro: en un caso, la sangre derramada ‘deriva’ de la serpiente; en el otro caso, son las serpientes las que ‘derivan’ de la sangre derramada. Sin embargo, entre las dos formas de discurso (o entre los dos procesos de derivación discursiva) hay, en última instancia, complementariedad: una complementariedad que remite a una identidad ‘profunda’, al nexo simbólico (y metapsicológico) entre la sangre de las matanzas, como plano de significado, y la serpiente, como plano del significante. Su correspondencia ‘profunda’ se puede entender como un doble proceso de derivación discursiva, inversamente orientado (cada realización es opuesta y complementaria a la otra). La correlación (o combinación) entre los dos tipos de discurso (entre los dos tipos opuestos de orientación o derivación discursiva) aparece como semióticamente ‘necesaria’ y recompone la unidad simbólica ‘original’ o ‘de partida’.

Por otro lado, hemos visto que la serpiente mítica de la fuente (que está en el origen de las posteriores matanzas) es hija de Ares y de una de las Erinias: en cierto sentido, su nacimiento ya está relacionado con la idea de las matanzas y la sangre.

Finalmente, observamos que, por supuesto, la tradición de que la región alrededor de Tesalia estaba habitada en algún momento por innumerables serpientes podría de alguna manera corresponder a la ‘representación’ (o clasificación) mítica de los tebanos como descendientes de los Espartos, a su vez ‘derivados’ de la serpiente original de la fuente de Ares. Además, aquí se integran (como en otros lugares) el nacimiento ofídico y el nacimiento de la tierra.

Una consideración adicional, en el margen de este trabajo. En otros lugares (13), se ha planteado la hipótesis de que un significante como la serpiente a veces es capaz de conectar el principio de la autoctonía con el principio de la bisexualidad (incluso en forma de alternancia de lo masculino y lo femenino), incluyendo también la relación incestuosa entendida como masculino y femenino demasiado cercanos: en particular, la referencia era al incesto madre-hijo.

Dicho de otra manera, en la saga tebana, la descendencia de los Espartos (como forma de autoctonía y al mismo tiempo derivada de la serpiente original) podría explicar semióticamente, en cierta medida, el incesto de Edipo con su madre Yocasta: al menos, estos tres aspectos diferentes tienden a situarse a lo largo de una misma línea de convergencias isotópicas.

Si esta hipótesis resultara válida, en el ciclo de relatos tebanos, el rasgo morfemático y simbólico de la serpiente se cargaría con un doble significado (una doble potencialidad de sentido y/o desarrollo semiótico), cuyos efectos terminarían por integrarse mutuamente. Por un lado, como hemos mencionado, existe una correlación simbólica (y, por lo tanto, sintagmático-narrativa) entre la serpiente, la autoctonía y el incesto con la madre; al incesto debemos agregar lo que podríamos llamar la ‘bisexualidad diacrónica’ de Tiresias (14), a su vez descendiente de los Espartos, que se convierte en mujer y luego vuelve a ser hombre al entrar en contacto con una pareja de serpientes (de otras maneras, Tiresias es un equivalente de Edipo). Por otro lado, considero que he mostrado con argumentos suficientes a lo largo de este breve ensayo el juego de correlaciones simbólicas (y discursivas) que parecen conectar desde adentro (casi como una especie de relación semiótica privilegiada o incluso necesaria) la serpiente (las serpientes) con las matanzas y las efusiones de sangre en el ámbito de la llamada saga tebana y de las tradiciones relacionadas con la región alrededor de Tesalia. Sin duda, desde una perspectiva semiótica, el parricidio podría considerarse una forma especialmente marcada y fuerte de matanza entre parientes; de la misma manera, en el otro lado simbólico (el de la serpiente en relación con el incesto y, en general, con lo ‘femenino demasiado cercano’), el incesto con la madre se configura como la forma más marcada y significativa de incesto; y de la misma manera, en este último lado, la bisexualidad, aunque diacrónica, podría considerarse una forma marcada e hiperbólica de ‘cercanía de lo femenino’.

Una vez trazado el complejo bidireccional y binómico de estas perspectivas, quizás sea evidente que es precisamente en torno al significante de la serpiente (o, más exactamente, en torno al significante representado por la descendencia ofídica) que se reúnen (o se amalgaman) en la historia de Edipo tanto la línea semiótica que funciona como un signo de relación ‘serpiente-sangre derramada’ (del padre) como la línea semiótica que funciona como un signo de relación ‘serpiente-incesto’ (con la madre) (15). Los dos momentos fundamentales de la secuencia edípica y tal vez de toda la saga tebana, el parricidio y el matrimonio con la madre, encontrarían entonces en la ‘derivación de la serpiente’ su signo-guía y su punto de distribución y recomposición simbólica y morfológica (‘condensación’).

Un efecto de convergencia e incluso de ‘identificación simbólica’ entre el incesto con la madre y el parricidio, a través del significante de la descendencia ofídica, tendría, por supuesto, consecuencias. Me limito aquí a señalar una de las ‘correspondencias internas’ más inmediatamente visibles. Al igual que las Erinias, una de las cuales está en el origen de la descendencia ofídica de los Espartos, son el resultado de una herida sexual infligida al padre Urano por su hijo Cronos; de manera similar, el parricidio de Layo por parte de su hijo Edipo tiene connotaciones sexuales: en cierto sentido, también se configura como un acto de herida sexual del padre. En ambos casos, las consecuencias son igualmente funestas: al igual que las Erinias están estrechamente relacionadas con la sangre, y especialmente con la sangre derramada en el seno de una misma estirpe (casi consustanciales a ella) (16), los hijos de Edipo, asesino de su propio padre y esposo de su madre (17), se matarán mutuamente.

  • Este trabajo es de 1987.

NOTAS

  1. Ov. Met. III 11 y 16.
  2. Paus. IX 12,1.
  3. Apollod. Bibl. III 4,1,3.
  4. Apollod. Bibl. III 4,1,3; Schol. Soph. Ant. 126; Ov. Met. III 32.
  5. Ut nemus intravit letataque corpora vidit / victoremque supra spatiosi corporis hostem /tristia sanguinea lambentem vulnera lingua etc..
  6. Algo similar se cuenta también sobre Jasón en Cólquide: cfr. C. Kerényi, Gli dei e gli eroi della Grecia, trad. it. Milán, Il Saggiatore 1972, parte II (Gli eroi), p. 255.
  7. Schol. Soph. Ant. 126.
  8. Cfr. V. Di Benedetto, L’ideologia del potere e la tragedia greca. Ricerche su Eschilo, Turín, Einaudi 1978, cap.V, pp. 230 y ss.; también p. 219.
  9. Por otro lado, las Erinias, al igual que la serpiente hija de una de ellas, beben la sangre de los asesinados. En Aesch. Eum. 188 y ss., Apolo se dirige amenazadoramente a ellas diciendo: “(…) si no queréis vomitar en la aflicción coágulos, espuma negra a chorros, la sangre que habéis chupado de los hombres asesinados” (trad. de M. Valgimigli, Milán, Rizzoli 1986). Véase también Aesch. Choeph. 577 y ss. (es Orestes quien habla): “Y las Erinias, insaciables de matanzas, beberán sangre pura en la tercera libación” (trad. de Valgimigli, cit.). En este sentido, véase también Di Benedetto, L’ideologia del potere…, cit., pp. 232-233.
  10. Cfr. Rapp en W. H. Roscher, Ausführliches Lexikon der griechischen und römischen Mythologie, Hildesheim – Nueva York, Olms 1978, vol. I.1, s. v. Erinys; también Höfer en Roscher, Ausführliches Lexikon…, cit., vol. V, s. v. Teisiphone (en parte, véase el relato en Ps.-Plut. De fluv. II 2).
  11. Para esta noticia, véase, por ejemplo, Plut. De Is. et Os. 74, 380 F; etc..
  12. Señalamos en el plano comparativo el motivo folklórico de las gotas de sangre que se transforman en sapos: sobre esto, consulte S. Thompson, Motif-Index of Folk-Literature, Bloomington and London, Indiana University Press 1975, D447.3.1 (India; la referencia es a Thompson-Balys). Para el motivo griego de la sangre que se transforma en serpientes, consulte ibid. D477.3.1.1.
  13. A. Borghini, Autoctonia e nascita sessuale: la scoperta del padre nella mitologia greca (episodi da Erittonio, Dioniso e Cecrope), en “Annali della Facoltà di Lettere e Filosofia dell’Università di Perugia 1, Studi Classici”, unico, v. XXIII, nuova serie IX, 1985, pp. 21-42; R. Ajello e A. Borghini, Modelli tipologici di un racconto armeno: re Pap e una ‘iperbole endogamica’, en “Annali di Ca’ Foscari”, unico, n.3, 1987, pp. 67-103.
  14. Cfr. los trabajos citados en la nota anterior.
  15. La línea semiótica que funciona como un signo de relación ‘serpiente-bisexualidad’ (de Tiresias) se configura en nuestra perspectiva como una variante de la línea que conecta ‘serpiente’ e ‘incesto’ (de Edipo); de la misma manera, la bisexualidad de Tiresias se presenta de cierta manera como una variante de la bisexualidad que se encuentra en el incesto con la madre de Edipo: cfr. las observaciones de G. Scaletti, Il caso Tiresia, Pisa, Giardini 1986, pp. 117-122.
  16. Véase Di Benedetto, L’ideologia del potere…, cit., pp. 232-233.
  17. En los mismos términos, pero de manera más sintética, la madre de Edipo es llamada “spargitor cruoris” (Vertedor de sangre) por Estacio (Syluae V 2,159). En relación con Edipo y las Erinias, cfr. supra la nota 9.